lunes, 30 de diciembre de 2013

La cotidianidad en la Guerra

La cotidianidad en la Guerra

   Durante la Guerra Civil hubo caras del país que quedaron ocultas a un mundo que observaba a España, viendo en ella una precuela de la Segunda Guerra Mundial. Las guerrillas, los fusiles y los bombardeos enmascaraban un día a día en el que las mujeres seguían saliendo a la calle a charlar con sus vecinas y los niños jugaban, aunque fuera en unas ruinas. 

   Cartier Bresson supo ver la importancia de mostrar a los ojos que vigilaban al país esa vida oculta tras la cortina de humo. Ejemplo de ello es esta imagen, en la que vemos a hombres y mujeres de todas las edades descansando y haciendo sus labores en la entrada de una casa, en parte ajenos a lo que sucede más allá. 

  En el centro de esta, destacando sobre los demás, un Guardia Civil mira a la cámara indirectamente. El sol parece molestarle y tiene el gesto contraído. Tras él, una anciana de luto también mira al cámara, aunque su cara a penas se ve tras el pañuelo. A la izquierda, dos mujeres posan sonrientes con sus labores en la mano y a la derecha, otras dos charlan en una silla, ignorando al fotógrafo. 

  A pesar de que se ve que la imagen está algo preparada, la presencia de los niños pequeños aporta dulzura y sencillez al retrato, sobre todo gracias al niño pequeño con el dedo en la nariz. Es visible también la austeridad a la que está sometida la población, lo que le da un añadido de sinceridad encubierta a la imagen. La imagen es, por lo tanto, un instante cargado de fuerza, con toques de dulzura y un sabor a realidad que se necesita en el grueso de información que se obtenía sobre el país. 

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