Nunca
antes una foto ha significado tanto para la historia de España y nunca antes ha
resultado ser un supuesto desencanto a la vez. Calificadas por muchos
historiadores como la instantánea bélica más impresionante y sentenciada por
otros, como el gran fraude del fotoperiodismo.
En
1936, el húngaro Robert Capa trabajaba en territorio español como corresponsal
durante la Guerra Civil. En ese mismo año fue cuando captó esta imagen, la
imagen de un miliciano abatido, la de un republicano que cae en el combate.
Tomada en los alrededores de Cerro Muriano, en Córdoba. La publicación de la
misma se llevó a cabo el 23 de septiembre de 1936 en la revista Vu.
Sin embargo, son muchos las incógnitas que suscita esta fotografía, incluso dieciocho días después de ser tomada, la duda ya se cernía sobre esta imagen. Los expertos afirmaban que se trataba de una puesta en escena realizada por Capa. Así lo recoge Philip Knightley en su libro The First Casualty, donde repasa la vida y época de Robert Capa. Entre sus páginas se encuentra escrito un episodio del pasado en el que Capa contaba a un amigo como todo fue un fraude, una excusa para intentar captar la imagen de la muerte. Muchos evidenciaban este engaño a través de una segunda foto, que misteriosamente, ha desaparecido de la mayoría de la exposiciones y jamás se han vuelto a mostrar juntas. Ya que debido a sus parecidos escénicos comenzaron todas las dudas sobre la veracidad de la fotografía.
Izquierda, "El miliciano muerto"/ Derecha, otro miliciano muerto en el mismo escenario - Ambas por Robert Capa. |
En la película La Sombra del Iceberg, dirigida por Hugo
Doménech y Raúl M. Riebenbauer, se llevó a cabo un intento de investigación
sobre esta fotografía. Fueron muchas las fuentes consultadas, pero entre ellas
destaca como acudieron a un forense para saber si la forma de morir era la de
una persona que realmente había recibido un impacto en la cabeza, tal y como
dictaba la foto original cuando fue publicada por primera vez, o en el corazón,
como comunicaron más tarde. El especialista era claro, de haber sido de una
forma u otra, su posición no revelaba nada, por lo que las causas de la muerte
eran inexplicables.
En
este misma película el cineasta francés Patrick Jendy narra cómo se vio vetado
en muchos ámbitos cuando quiso hacer una película sobre Robert Capa. Como si en
algunos sectores de la fotografía no les interesase ahondar demasiado en el
tema del “miliciano muerto”. Entre ellos, Cornell Capa (el hermano de Robert
Capa) y Richard Whelan (el biógrafo del famoso fotógrafo), este último se negó
a colaborar en el documental.
La
película continua divagando en la maraña de teorías y alegatos de las fuentes,
pero finalmente no obtiene una conclusión fija y la duda perdura, dejando al espectador
con sus propias deducciones y induciendo a pensar, que solo el futuro demostrará la verdad, o no.
Son
numerosas las hipótesis que rodean a esta imagen, desde que no fue Capa quien
la hizo, sino Gerda Taro; pasando por el hecho de que el miliciano nunca llegó
a morir y se llamaba Federico Borrell García; e incluso se llega a afirmar, que
se trata de una confabulación de las instituciones fotográficas francesas. Mas, ya no es tan importante que dicha imagen sea la mentira más grande jamás
descubierta del fotoperiodismo, quizás sea más importante todo lo que simbolizó
o sigue representando hoy en día. Pues personifica la Guerra Civil española, un
conflicto bélico que fue cubierto por todos los medios de comunicación, que
supuso el comienzo del fotoperiodismo como una actividad necesaria en la
sociedad y sobre todo, demuestra cuán fatídica pueden ser las consecuencias de
la guerra y como no debemos volver a caer en ellas.